Desarrollar la imagen de la empresa
El diseño del catálogo debe expresar la identidad de la compañía. Las formas, las líneas, imágenes y tipografías elegidas deben tener el estilo adecuado a los valores de la empresa. Para lograr que la identidad corporativa permanezca en la memoria de los clientes es importante mantener la misma estética en todo el catálogo. Sin embargo, también es necesario que, más allá de la línea gráfica general, haya variedad en el diseño para evitar que los lectores se aburran y abandonen la lectura. Una forma de variar es presentar diseños diferentes para las categorías de productos promocionados. Los cambios en el diseño tienen que estar en relación con el diseño general. Las variaciones de color, fondos y formas hacen que los lectores se detengan y lean con atención. De esta manera se logra atrapar la atención de los clientes, como así también se logra establecer una imagen corporativa recordable.
Como en todas las publicaciones, la portada debe ser visualmente atrapante, y, en el caso de los catálogos, debe contener el nombre de la empresa. Es importante no sobrecargar de información la portada, dado que puede producir confusión. Fallar en el diseño de la tapa significa echar a perder todo el gran esfuerzo que implica realizar un catálogo.
Además de la tapa, es importante que las páginas del interior atrapen la atención de los clientes. Ello puede lograrse colocando una imagen llamativa de un producto en la parte superior derecha de la página.
En el caso de los catálogos de productos es fundamental utilizar fotografías individualizadas de ellos, y en lo posible, sin fondos. Las fotografías con fondos, o las que muestran un grupo de productos son menos recomendables. En cuanto a estas últimas, está comprobado que las imágenes de conjuntos de productos generan niveles bajos de ventas ya que no se destaca ningún artículo. Sólo en algunos casos es conveniente fotografiar elementos en grupo, como por ejemplo en el caso de los libros. Es preferible invertir más dinero en realizar fotografías individuales (en el caso de hacer fotografías colectivas, los conjuntos deben ser reducidos).
Para que los productos ofrecidos en el catálogo sobresalgan y llamen la atención, lo ideal es presentar las fotografías sin fondo, con mucha luz y con colores fuertes. También pueden tener una sombra suave. De esta manera los productos resaltan de la página. Cuando se quiere presentar un producto nuevo o en oferta se puede utilizar una imagen sobre un fondo suave para evitar la monotonía.
Elegir la tipografía
Un catálogo debe, además de presentar imágenes de productos, incluir descripciones claras de ellos. Los textos deben ser legibles y por ello es importante elegir la tipografía y el cuerpo adecuados. No es aconsejable utilizar más de tres tipografías, ya que se puede generar confusión. Para marcar diferencias, subtítulos o partes destacadas del texto se recomienda emplear la misma fuente con variaciones en el tamaño, el color y el estilo.
Dado que la función principal de los catálogos es vender productos y servicios, una buena opción es incluir un formulario de pedido para facilitar la compra-venta. Aún cuando está comprobado que son pocos los clientes que utilizan esta clase de formularios, éstos son útiles porque los clientes pueden utilizarlos como guía para después hacer su pedido por teléfono o vía Internet. Además, en los formularios se pueden incluir los términos y condiciones de venta de la empresa.
Los catálogos de formatos estándar son los más económicos a la hora de imprimir y enviar por correo, ya que permiten en el caso de la impresión un máximo aprovechamiento de las medidas del papel y en el caso del envío, un formato adecuado a los tamaños aceptados por el correo. Además, los formatos convencionales se adaptan a los ambientes cotidianos, lo cual tiene la ventaja de evitar que el cliente deseche el catálogo por tener una forma incómoda y poco común. Pero una pieza de medida estándar también puede pasar inadvertida justamente debido a su normalidad. En este sentido, puede decirse que los catálogos de formato original llaman más la atención de los lectores, si bien por otra parte suponen un aumento en los costos.
El número total de páginas de un catálogo debe ser múltiplo de cuatro (incluyendo tapa y contratapa), y esto significa que cada vez que deseen agregarse páginas deben agregarse cuatro. De todos modos, esto dependerá del tamaño del pliego y de la forma en que se lo corte.
En el momento de elegir el tipo de papel para un catálogo hay que considerar no solamente su costo o su apariencia sino también su resistencia. Es importante que el papel elegido no se dañe al ser aplicada la tinta, que sea flexible y no se rompa fácilmente. Dado que un catálogo efectivo será consultado continuamente, se vuelve imprescindible utilizar un material resistente.
Se pueden realizar catálogos en papel obra o en ilustración -brillante o mate-, y con distintos gramajes. Del gramaje depende en gran medida la durabilidad del papel. La elección del material se realiza teniendo en cuenta la cantidad de piezas que se van a imprimir, ya que si se va a realizar una tirada grande es más conveniente desde el punto de vista económico utilizar papel obra, mientras que en tiradas chicas se puede emplear papel ilustración, de mayor calidad y atractivo estético.
Está altamente comprobado que los catálogos a todo color generan más ventas que los realizados en blanco y negro o con un solo color. Esto se debe a que una impresión a cuatro colores -cian, magenta, amarillo y negro, con todas sus combinaciones- permite destacar en detalle cada uno de los productos ofrecidos. Además, en general un diseño a color llama más la atención de los clientes.
Teniendo en cuenta que los catálogos son piezas que los clientes consultan con frecuencia, es importante que estén bien encuadernados (para evitar que las hojas se salgan, que se rompan o que el catálogo no pueda abrirse). Existen diferentes tipos de encuadernación: hojas cosidas, o unidas con pegamento, con grapas en el medio entre dos páginas o al costado, con peine plástico, o con espiral.
Es importante preparar con anticipación una lista de envío, para poder calcular los gastos y el tiempo que llevará distribuir los catálogos. Éstos también pueden entregarse en mano en presentaciones comerciales.
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