Los catálogos constan de tres partes: la portada, el
contenido y la contraportada. Cada una de ellas cumple una función levemente
diferente y requieren de un trabajo especial para cada parte. De cualquier
manera, no es que las diferencias sean tan marcadas para que se trabaje
específicamente con cada una de una manera muy distinta de la otra, pero lo
cierto es que, bien diseñado, un catálogo ofrece tres partes diferentes en la
manera en que presentan lo que se desea presentar.
Si usted quiere llevar adelante el diseño de un catálogo,
podría sacar buenas ideas para hacerlo conociendo las características
diferenciales de cada una de las partes del catálogo que presentaremos en esta
sección. Un buen diseño sabe explotar al máximo las leves diferencias y
funciones que presenta cada parte en beneficio de su poder de persuasión.
Portada: Se llama portada a la primera página del catálogo,
a la tapa, si se quiere. La portada es su carta de presentación. Debe ser
llamativa, atractiva pero no sobrecargada. Ésta debe dejar en claro que es un
catálogo de su compañía, respetando la coherencia visual y presentando de forma
visible su logo corporativo. No es conveniente que se sobrecargue la portada
con muchos productos sino que es mejor una clara presentación de su compañía y
de que eso que se está observando es un catálogo que ofrecerá sus productos. No
sobrecargar la portada para no ahuyentar a los potenciales clientes no quiere
decir que no se puedan colocar productos en ella. Por el contrario, es una
buena estrategia presentar un producto que tenga mucha demanda o que
caracterice a su compañía o quizá una muy buena oferta con el precio destacado.
La portada tiene la doble función de presentar a su compañía como proveedora
del catálogo como de ser el anzuelo para pescar lectores.
Contenido: Se llama contenido a las páginas internas del
catálogo, las que se encuentran entre la portada y la contraportada. El
contenido es como un Mall en su catálogo, es el momento en que los lectores
recorren las páginas buscando qué comprar, buscando precios y ofertas. El
contenido se puede dividir por secciones, por ofertas o por lo que se desee
siempre teniendo en cuenta un criterio de orden. El orden caracteriza al
catálogo. Sin embargo, como hemos dicho que en la portada no se debe
sobrecargar la exposición de productos, en el contenido este aspecto se debe
explotar al máximo. En el contenido no se debe incluir (o se debe incluir la
menor cantidad posible de) información que distraiga al lector. En esta parte del
catálogo lo que nos interesa es que el lector preste toda su atención a los
productos y, en algún caso, al texto que presenta sus características básicas.
Es de suma importancia ser cuidadosos a la hora de diseñar el contenido porque
éste debe combinar la exposición de la mayor cantidad de productos con un orden
fácil de seguir.
Contraportada: Se llama contraportada a la última página del
catálogo. La contraportada puede ser una continuación del contenido, ser su
última página o puede presentar características propias. Si se utiliza para
página de contenido, el criterio será el mismo que sigue el resto de las
páginas de contenidos: presentar la mayor cantidad de productos de manera
ordenada. En cambio, si se le quiere dar a la contraportada un carácter particular,
se puede colocar en ella toda la información referente a las formas de pago o a
la manera de contactarse con su compañía (dirección , teléfono, correo
electrónico, sitio Web, etc.).
Se puede pensar al catálogo como un centro de ventas de su
compañía llevado al papel. La portada es la puerta del centro de ventas y ésta
debe dejar en claro a dónde se está entrando, quiénes son sus responsables,
debe ser estéticamente agradable y dar apariencia de seriedad y
profesionalismo. El contenido son los stands o góndolas donde se colocan los
productos que se quieren vender. Éstos deben estar por todos lados, muy juntos,
ofreciendo un producto nuevo a cada paso que dé el consumidor pero evitando que
se pierda, se abrume, se frustre o se saltee algún producto. Finalmente, la
contraportada es la puerta de salida. Ésta debe demostrar que la exposición de
productos ha acabado pero debe invitar a los consumidores a volver y ofrecerles
la resolución de todas las preguntas o dudas que se les hayan presentado en el
recorrido por los productos. No debemos olvidar que es aquí donde se encuentran
las cajas.
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